Y él muy optimista por no decir muy tonto te respondía: alégrate! Vamos a estar juntos en clase! Nos lo pasaremos genial!
Ja, pequeño incrédulo...
Yo que tú hubiese hecho un pacto con el diablo vendiendo tu alma para quedarte por el resto de tus días en verano y no pasar a bachiller.
Y llegó ese tan esperado día, en mi caso venia con un gran grupo de compañeros de mi anterior colegio, sin exagerar, creo que éramos más de quince del Saucillo, aunque claro unos cinco iban para letras, fueron listos..
Nos hicieron pasar a todos a un patio muy bonito donde habían muchísimas personas más de otros colegios hablando y riendo, y algunos muy extrovertidos ya estaban haciendo amigos con alguien que conocías desde hace un segundo.
Yo me encontraba hablando con mi grupo de compañeros del Saucillo sobre el verano, o escuchando cómo describían a algunos profesores que ya conocían o les habían hablado de ellos.
De repente en la pequeña escalera aparece un hombre que mandó a callar con una voz firme y amenazadora, y todos susurraban un mismo nombre.
Ahí fue cuando conocí a Johnny, nuestro jefe de estudios y profesor de matemáticas. Estaba en una posición amenazante a pesar de su sonrisa de bienvenidos, lo vais a pasar genial..
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