jueves, 11 de enero de 2018

El Cristo patrocina los Juegos del Hambre

Estábamos todos mirando a Johnny, quien iba a decir quiénes estarían en cada clase.
Se sentía como los Juegos del Hambre, nadie quería ser nombrado, ni que decir del primero...
Johnny lo decía con una voz tan profunda que te hacía pensar que cuando pronunciase tu nombre era que tú destino estaba decidido y no iba a ser bueno.
Empezó a decir nombres y tú sientes esa sensación que hace que no te puedas mover, estás en tensión, intentando parecer tranquilo, oyes algunas risas de fondo de los que intentan hacer que ni están nerviosos, pero es imposible no parecerlo.

Lo peor es ver cómo alguno de tus compañeros de siempre se van a otras clases, y te quedas pensando yo quiero ir con ese que me cae muy bien! Llámenme!



Y llegó ese momento en el que escuchas tu nombre, sientes un escalofrío, no quieres avanzar pero sabes que tienes que caminar hasta la escalera sintiendo la mirada de todos donde solo piensas: sonríe, bueno no, que pareces tonto al sonreír tan forzadamente.
Actúa normal, o al menos inténtalo y sigue a tus compañeros.


Avanzabas hablando con los compañeros que conoces, los pocos que te quedan, y también escaneas con la mirada a la gente que te rodea. Tus nuevos compañeros, de los cuales no conoces absolutamente nada.
Serán buena gente? Me preguntaba, eso espero, sino me espera un curso movidito.




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